Boinas rojas

Kmilo Noa
2 min readMar 9, 2021

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emblema de las tropas especiales en Cuba

Salgo al portal a echarme un cigarro, después de haber dejado de fumar más de diez veces en mi vida he vuelto a coger el vicio, pero ya no como antes, ahora me fumo un cigarro al día y ya no un rompe pechos, ahora me fumo un Hollywood con cápsula. Me he vuelto fino, o suave como el cigarro que acabo de prender.

En la acera de enfrente hay apostados dos militares, desde que pasó lo que pasó en La Habana, ahora hay militares por todas partes, en cada barrio, en cada cuadra (donde existan tiendas) hay militares. Estos son tropas especiales, o boinas rojas como todo el mundo les dice.

Cuando estuve en el ejército alguna vez hablé con ellos, sonaban orgullosos, recibían un entrenamiento fuertísimo y se creían tan duros como Rambo, ahora son custodios sabrá Dios hasta cuando, quizá para siempre. Las Fuerzas Armadas están cuidando sus bienes más preciados, que no son la técnica de guerra, ni las grandes obras fortificadas, ni sus estados mayores, los boinas rojas cuidan las tiendas, las tiendas que dan dólares a las Fuerzas Armadas.

Quizá estoy siendo duro con ellos, al final son muchachos que están ahí obligados, atados al juramento del servicio militar obligatorio. Seguramente en unos meses saldrán de baja y se les pasará la fiebre de Rambo y los cuentos de Angola y enfrentarán la calle y la falta de dólares como yo y, quizá se hagan las mismas preguntas que me hago y mirarán también con cierta lástima a los nuevos boinas rojas apostados en la tienda cerca de sus casas.

Me dan ganas de ir hasta allá y ofrecerles un Hollywood para que lleven la noche un poco más suave, pero probablemente me confundan con un saboteador, o peor todavía, con un terrorista de esos que son mercenarios pagados para realizar ataques contra objetivos económicos y que ellos por su entrenamiento tienen la capacidad de repeler salvajemente como Rambo.

Suelto una última bocanada de humo y uno de ellos saca un rompe pechos y se esconde para fumarlo, deben pasar cuatro horas de pie, sin fumar, patrullando, vigilando cada palmo de su perímetro, quizá anhelando que aparezca un saboteador o un terrorista o un mercenario para abatirlo y colgarse algunas medallas a lo Rambo o tal vez solo quieren que pasen las cuatro horas de guardia y ganarse el pase que les permita ir la noche siguiente a casa a fumar tranquilos en su portal.

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Kmilo Noa
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Written by Kmilo Noa

escritor freelancer, intento de poeta

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